Ciudad del caos

“Neralo. Ciudad del caos” es la primera novela de una trilogía de fantasía y ciencia ficción que se va a ir creando en esta bitácora. Es una novela viva. Por lo tanto, aunque a grandes rasgos ya está escrita en mi cabeza, los comentarios y aportaciones de los lectores podrán ir modificando el transcurso de la historia. Subiré un nuevo capítulo cada sábado. Para leer la novela en su orden correcto, selecionar "Orden posts:Ascendente". Más en: www.neralo.info

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Lugar: Bilbao, Bizkaia, Spain

28 octubre 2006

18. La bomba GC

Había una gran cantidad de gente de todas las bandas en los subterráneos, ya que era el espacio más grande al que podían acceder sin que el ejército se enterara de lo que hacían. Todo el mundo parecía estar esperando algo, pero pocos parecían conscientes de la situación. Los líderes de las bandas conversaban por primera vez como personas normales y no como líderes.

-Pensaba que vuestro territorio se limitaba sólo a los restos del metro. No sabía que utilizabais los subterráneos –comentó Eón.

-La verdad es que no los controlamos todos. Todos vosotros disponéis de alguna zona subterránea, si no me equivoco.

-Sí, pero no son más que pequeños trozos en nuestro territorio –añadió Sombra.

-Además, los ochos también se apoderaron de algunos de los subterráneos de la ciudad. Y hay otros que son inutilizables, porque se derrumbaron, inundaron o por otras razones.

-Ya… pero disponéis de posiciones privilegiadas bajo tierra –confirmó Jarro.

-Sí, tienes razón, los topos fuimos los primeros en aprovechar los subterráneos. Por ello disponemos de sitios privilegiados. Muchos lo considerasteis un acto de cobardía, pero no fue una decisión fácil. Los primeros pasos fueron complicados. Menos mal que el río subterráneo no se contaminó en la guerra. Gracias a él hemos podido sobrevivir. Tuvimos que crear nuestras propias cavernas cerca del río. Ahora es más tranquilo vivir abajo que arriba –Jeul hizo una pausa-… O, por lo menos, lo era.

Se oyó un ruido proveniente de uno de los pasillos cercanos y la luz de una antorcha se vislumbró en la oscuridad. Escasos segundos más tarde apareció Polo, empuñando una antorcha en una mano y empujando una jaula enorme suspendida sobre cinco motores gravitacionales con la otra. Cuando llegó al centro de la sala, detuvo la jaula, miró a la gente y dio un par de vueltas antes de empezar.

-Bueno… ¿Cómo explicar esto? –Polo hizo una pausa en la que, obviamente, nadie respondió-. He hecho unos cálculos de probabilidades en el C.P.F. (Computador de Probabilidades Futuras) para buscar un conjunto de variables que nos diese más de un 50% de posibilidades de salir victoriosos o, por lo menos, mejor parados que los ochos –Polo hizo otra pausa-. Para que nos entendamos, he buscado las condiciones idóneas para una pelea contra los ochos y… éstas no existen. Obviamente, tenemos más posibilidades de victoria si a la variable grupal le añadimos el concepto alianza. Vamos, que juntos tenemos más posibilidades. Pero el factor tiempo es crucial en la ecuación y las probabilidades de éxito se reducen a una velocidad de 0,05 puntos por hora, así que deberíamos atacar hoy mismo. También he calculado el lugar y hora exactos para aumentar los puntos a favor. Si comenzamos el ataque a las 01:03, tendremos 10 puntos más a favor. De todas formas, si el ataque se prolonga más allá de las 02:27, las probabilidades se irán reduciendo 0,10 puntos cada minuto hasta estabilizarse y luego seguirán reduciéndose a razón de 0,05 la hora –a medida que avanzaba la explicación, Polo estaba más nervioso y empezó a dar vueltas-. En lo que al lugar respecta -Polo parecía a punto de estallar, era puro nervio-... Tenemos que luchar en “El Hospital” –una vez dicho esto, Polo se relajó un poco y pareció más sereno.

El desconcierto fue general en la sala. Los rumores, dudas e insultos empezaron a oírse y, a causa del eco, parecía que hubiera muchísima más gente. Polo intentó silenciar a la muchedumbre, pero no hubo manera. Ca se adelantó unos pasos y miró al gentío.

-¡A callar todos!

También por culpa del eco, las palabras de Ca sonaron más intimidatorias de lo que en realidad eran. En apenas unos segundos todo el mundo volvía a estar atento.

-Yo también estoy extrañado: ¿una lucha en “El Hospital”? Parece de locos ir directamente al cuartel central de los ochos, allá donde son más fuertes. Pero alguna razón habrá –Ca bajó la voz hasta convertirla en un susurro que sólo el podía escuchar-... Espero –luego volvió a su sitio.

-He hecho siete estudios diferentes de probabilística y todos me han dado el mismo resultado. La verdad es que, gracias a las anotaciones de Elana, ha sido más fácil llegar a esta conclusión; tenían un montón de datos interesantes. Pero, al principio, yo tampoco quería creerlo. Si quitamos los prejuicios, veremos que es lógico atacar “El Hospital” –Polo hizo una pausa-. ¿Alguien recuerda hace cuanto que el ejército nos maneja desde “El Hospital”? –nadie respondió-. Exacto, desde hace tanto que ni siquiera lo recordamos. Al principio es verdad que establecieron allí su fuerza de combate. Pero una vez demostraron su potencial, empezaron a preocuparse por otros asuntos. Actualmente, “El Hospital” es el centro militar de mayor potencial de todos los que poseen los ochos. Pero este potencial ha sido dividido para poder actuar en más zonas. No son tan invulnerables como creemos. Nos han hecho creer que eran demasiado fuertes en una zona. Luego hicieron lo mismo en otra. Y así sucesivamente, hasta tenernos sometidos. Pero, realmente, si luchamos juntos tenemos posibilidades de vencer hasta en “El Hospital”. Pero… -Polo no dijo nada más; durante más de un minuto nadie habló.

-¿Pero qué? –preguntó Beda.

-Que, suponiendo que sigamos mis instrucciones al pie de la letra…, sólo tenemos un 35% de posibilidades de éxito.

-¿Quieres decir que estamos perdidos?

-No, realmente no. Hay una forma de duplicar las posibilidades. El único problema es que este plan complementario, por sí solo, no tiene más que un 48,3% de posibilidades de salir bien. Y eso suponiendo que lo hagamos a las 01:05 exactamente, ya que es el momento en el que cambian la guardia. Pero, como ya os he dicho, suponiendo que salga bien, nuestras posibilidades se incrementarán hasta llegar al 70%.

-Bueno… ¿Y cuál es ese segundo plan?

-Una bomba de gravitación caótica –dijo Polo en un tono menor al habitual.

-¿Qué es eso? –preguntó Ca.

-La verdad es que ni yo mismo lo sé. Es un pequeño experimento mío. Se me ocurrió cuando Oriol me enseñó las ecuaciones acaóticas. Entonces comprendí la antigravedad y de allí no fue difícil llegar al agravitón. Luego se me ocurrió unir un gravitón y un agravitón. El resultado fue desastroso. Menos mal que la gravedad es la fuerza más débil entre las fuerzas fundamentales –Polo hizo una pausa-. Finalmente logré concentrar una pequeña cantidad de ambos en un recipiente. Gracias a la interacción electromagnética, logré mantener alejados los gravitones de los agravitones. Pero, cuando corté el suministro electromagnético… destrocé el laboratorio. Lo siento, Elo, prometo arreglarlo cuando pueda.

-No pasa nada.

-Como iba diciendo, al juntar ambas fuerzas, una atrayente y otra repelente, creamos un campo de gravitación caótica. Por medio de este campo, podemos separar hasta los átomos de la materia. Pero, por ahora, es incontrolable.

-Interesante –comentó Ca-. Y entonces, ¿qué tenemos que hacer?

-Poner ¡esto! –Polo tiró de la manta que cubría la jaula y mostró un extraño artilugio metálico que parecía brillar con un color amarillo eléctrico-. Esto es la bomba de gravitación caótica, o bomba GC. Tenéis que colocarla en el complejo que hay cerca de “El Hospital”. Los militares no van a sufrir ningún tipo de daño, pero causará una distracción suficiente para poder proceder con el ataque real. ¡Muy importante! Una vez procedamos al ataque, nadie, bajo ningún concepto, debe acercarse al complejo en, por lo menos, una semana. Seguramente la gravedad se estabilizará en unos tres días, pero más vale prevenir…

-Perfecto, enséñanos a usar la bomba GC.

-No creo que sea conveniente, Ca. Va a ser mejor que os acompañe y la ponga yo mismo.

-¿Estás seguro? Ya has hecho mucho. Si quieres, puedes tomarte un descanso.

-¡No! No puedo arriesgarme a que ninguno de vosotros la manipule. ¡Lo haré yo!

-Vale, vale, como tú quieras. Perfecto entonces. ¡Esta noche salimos a matar ochos! ¡Muerte a los ochos! –gritó Ca al gentío.