Ciudad del caos

“Neralo. Ciudad del caos” es la primera novela de una trilogía de fantasía y ciencia ficción que se va a ir creando en esta bitácora. Es una novela viva. Por lo tanto, aunque a grandes rasgos ya está escrita en mi cabeza, los comentarios y aportaciones de los lectores podrán ir modificando el transcurso de la historia. Subiré un nuevo capítulo cada sábado. Para leer la novela en su orden correcto, selecionar "Orden posts:Ascendente". Más en: www.neralo.info

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Lugar: Bilbao, Bizkaia, Spain

09 septiembre 2006

11. Los técnicos

Ca y Elo estaban reunidos en un cuartito pequeño, apartado y oscuro. No tenía ninguna ventana y sólo una pequeña bombilla colgaba del techo. Seguramente, en algún momento, fue un armario para los productos de limpieza. Pero lo que estaba claro es que no era el lugar apropiado para una reunión oficial entre los jefes de las dos bandas principales.

-Gracias por venir, Elo.

-¿Qué hacemos en este cuchitril? Y, ¿por qué tanto secretismo?

-Porque la situación está muy jodida. Claro, tú ya lo sabes, fue Zeu quien me informó.

-Sí, ¿entonces? ¿Para qué me traes aquí?

-Tenemos que hacer algo y rápido. Pero creo que tenemos que ocultar información. No podemos ir diciendo a todo el mundo que estamos muy jodidos y que nos hemos metido con un gigante enfurecido. La gente se asustaría, algunos intentarían la huida y vete tú a saber qué más. Y eso no nos conviene nada.

-Ya, muy listo. ¿Y eso lo has deducido tú solo? ¿O te han ayudado los jefes?

-Muy gracioso, pero no estoy para bromas. Sólo quería confirmar que no decías por ahí más de la cuenta. Tengo un plan.

-Y, ¿qué quieres? ¿Que todo el mundo lo sepa para subirles la moral?

-No, no. Todo lo contrario. Sólo quiero que lo sepa la gente verdaderamente indispensable para el plan. Lo que quiero es que me ayudes.

-¿Y cuál es ese plan?

-Como sabrás, los ochos se comunican con otras ciudades –Elo hizo un gesto afirmativo-. Lo cual confirma nuestras sospechas no sólo de que sigue habiendo civilización en más sitios, sino también de que hay más sitios en los que el ejército está en lucha –Elo hizo otro gesto afirmativo, pero más dudoso que el anterior-. Lo que pretendo es simple: establecer una red de comunicación con esos sitios. Puede que sea imposible o que, si lo conseguimos, no sirva para nada. Pero quiero intentarlo.

-Bueno, pues inténtalo.

-Ya, pero no es tan fácil. Tengo a todos mis técnicos trabajando en ello. Pero también quiero a todos los tuyos.

-¿Y quieres que te dé alguno de mis técnicos así, por las buenas?

-No, no quiero alguno; los quiero a todos.

-Pues claro que te los doy. ¿Y de paso quieres también todas mis armas y terrenos? Es más, voy a dimitir a tu favor –Elo hizo una pausa-. Por favor, ¿me crees idiota? Una cosa es unir a mis personas a un ataque y otra muy distinta darte a mis técnicos. Los necesito para reparar todo el material. Si no, no podremos pelear.

-¡Vale! Pues ven conmigo a ver trabajar a mis técnicos y luego me dices.

-Bueno, pero no creas que me vas a impresionar con facilidad.

-Eso está por ver.

Ca y Elo salieron del cuchitril. Nadie los había visto entrar ni salir y nadie sabría nunca qué se dijo en esa reunión.
***

Ca y Elo bajaron hasta el primer sótano del cuartel de los dragones. Ahí estaban todos los técnicos trabajando en lo que parecían T.A.R. o T.A.L., pero mucho más primitivos. Elo se quedó mirando el primero de ellos. Un técnico estaba manipulándolo. Lo tenía completamente despiezado y estaba acoplándolo a su T.A.R.

-¿Qué está haciendo? –preguntó Elo.

-Bueno, es difícil de explicar… –empezó Ca.

-No señor –lo interrumpió el técnico-. Es un simple acoplamiento de la placa base de este ordenador al núcleo central de mi T.A.R. Es un modelo muy anticuado. El ordenador, claro; mi T.A.R. es de última generación. Pero bueno, lo que decía: que, al tratarse de un modelo tan antiguo, es, no sólo inutilizable, sino también incomprensible para nuestras máquinas. La simplicidad de su sistema binario es excesiva y, paradójicamente, nuestros sistemas operativos, basados en el habitual sistema cuaternario, no son capaces de descifrarlo, lo que nos impide…

-¡Ya vale! ¿No ves que nosotros no somos técnicos? No hemos entendido nada. Tu palabrería no sirve de nada en estos momentos. O eres más concreto o voy donde otro a ver si me lo puede explicar.

El técnico tardó en reaccionar a las palabras de Ca y la cara de embobamiento que se le quedó, habría resultado hasta graciosa, pero en otra situación.

-Sí, claro, lo siento. Lo que quiero decir es que es un sistema demasiado simple y por ello los cerebros positrónicos… –el técnico se detuvo al ver la mirada acusadora de Ca-. Vamos, quiero decir que la inteligencia artificial de nuestras máquinas no es capaz de descifrarlo.

-¡Perfecto! No es capaz de descifrarlo. Con eso creo que ganaremos al ejército.

-Tu sarcasmo empieza a aburrirme, ¿sabes?

-¿Qué pretendes que te diga? Me traes aquí para enseñarme cómo tus técnicos demuestran que la inteligencia artificial que tenemos es una mierda. O para enseñarme cómo intentas descubrir el funcionamiento de unas máquinas antiguas. O yo qué sé qué es lo que pretendes. Pero si este es tu gran plan, es una mierda. Como lo seremos nosotros de aquí a unos días.

-¿Quieres callarte? Déjame que termine de explicártelo. Y si luego eres tan cabeza hueca que no eres capaz de ver la genialidad del plan, puedes criticarlo si quieres. Pero, desde luego, me decepcionarías.

-¡Vale! ¿Necesitas que me disculpe? –se hizo un pequeño silencio-. Pues, entonces, sigue con la explicación.

-Estas antiguas máquinas eran capaces de comunicarse entre sí.

-Bien… y nuestros T.A.R. también.

-Ya, pero no es lo mismo. Los T.A.R. trabajan con una conexión inalámbrica. Cada uno contacta con el T.A.R. más cercano y éste, a su vez, con el siguiente más cercano hasta, así, realizar la conexión entre dos T.A.R. Pero no pueden conectar con nadie fuera de la ciudad, porque en los alrededores no hay quien reciba la señal.

-Lo que podría significar que estamos solos.

-Podría. Pero hay otra forma de intentarlo. Estas antiguallas se conectaban con máquinas similares en cualquier parte del planeta.

-Sí, sí. Dicen lo mismo de los T.A.R.

-Ya, pero la diferencia es que la red, en este caso, era física. Así que podemos recorrer una gran distancia hasta dar con alguien en esta red.

-¿Podemos?

-Teóricamente sí. Pero necesitamos más gente para acabar cuanto antes –dijo el técnico.

-Yo he retrasado todos mis proyectos por este plan. Incluso –dijo Ca con resignación- las modificaciones en mi moto.

-Sigo sin fiarme de tu idea. Pero voy a dejarte a mis técnicos por dos días. Si en ese tiempo no tenemos ningún resultado, se vuelven conmigo. ¿Entendido?

-Sí. Entendido.