Ciudad del caos

“Neralo. Ciudad del caos” es la primera novela de una trilogía de fantasía y ciencia ficción que se va a ir creando en esta bitácora. Es una novela viva. Por lo tanto, aunque a grandes rasgos ya está escrita en mi cabeza, los comentarios y aportaciones de los lectores podrán ir modificando el transcurso de la historia. Subiré un nuevo capítulo cada sábado. Para leer la novela en su orden correcto, selecionar "Orden posts:Ascendente". Más en: www.neralo.info

Mi foto
Nombre:
Lugar: Bilbao, Bizkaia, Spain

15 julio 2006

3. Nuevo líder, nuevos planes

Hacía un día que habían empezado las votaciones. La gente había votado por medio de un T.A.R o un T.A.L. (Terminal de Acceso Libre). Las votaciones concluían a las doce de la noche, por lo que la proclamación de nuevo líder se dejaba para el día siguiente. Los siete candidatos esperaban en una sala frente a una mesa larga y cinco sillas vacías. Los miembros del consejo salieron de una puerta al fondo de la habitación. Uno a uno se fueron sentando como de costumbre, Arlin en el medio y los demás a sus lados en la posición habitual. Arlin fue la única persona que habló.

-Nosotros, miembros del consejo, damos por válidas las votaciones de las octavas elecciones de los dragones. Hemos firmado todos nosotros este acta que espero que firméis todos vosotros. Si alguno de vosotros se negara a firmar, quedaría excluido del recuento de votos y se darían sus votos por nulos. Si no hay ninguna duda, procederé a leer los resultados de las votaciones: “Ganador de las octavas elecciones de los dragones: Carlos, con una abstención del 13,2% y el 71,7% de los votos a su favor”. Si alguno tiene algún inconveniente para firmar hoy aquí esta acta, que lo diga ahora –se hizo un pequeño silencio-. Bien, entonces, Ca, tú primero –esperó a que Ca se hubiera acercado-. Aquí, donde pone nuevo líder –cuando Ca terminó pasaron uno a uno los otros seis líderes a firmar-. Por lo tanto, hoy, a las 07:34, doy por concluida la sesión. Ca será nuestro nuevo líder. La proclamación pública se hará a las 09:00. Tienes hasta entonces para prepararte para salir a hablar a los demás miembros. Recordad que dar información sobre los resultados de la votación antes de la hora oficial se considerará delito –y dicho esto, se levantó y se marchó. Los demás miembros la siguieron.
***

Dos días después de la proclamación del nuevo líder, Ca ya había removido todos los hilos. Estaba en una reunión con los jefes de la banda. Algunos de ellos eran ya jefes antes de que Ca fuera líder, pero tres de ellos habían sido colocados por él.

-¿Qué se sabe de nuestros infiltrados entre los ochos?

-Nos han confirmado los rumores sobre los nuevos materiales del ejército. Parece ser que tienen un nuevo helicóptero TT-43, varias plataformas de elevación y algún cañón láser.

-Perfecto –continuó Ca-. Necesitamos diez plataformas volantes de esas, un cañón láser y que nos traigan todo en el TT-43.

-Pero, ¿qué pretendes? ¿No se suponía que íbamos a luchar contra los payasos? Eso es una declaración abierta de guerra.

-Lo más importante de todo esto es que nadie sepa que hemos sido nosotros –continuó Ca sin hacer caso de las palabras de Elar-. Por ello, el robo de materiales y el asesinato de Rob no deben llevarnos más de veinticuatro horas. Y en ningún momento entrarán esos materiales en nuestro territorio, ni siquiera después de dar por concluida la misión.

-¿Podrías explicarte un poco mejor? –preguntó Many.

-Verás: si nadie sabe que tenemos ese material, podremos hacer un ataque directo al cuartel de los payasos y matar a Rob en su territorio, sin que se lo espere. Además, como los ochos no sabrán quién les ha robado ese material, van a atacarnos a todos. La presión de un enemigo tan fuerte hará que las bandas se vean obligadas a reunirse. Pero las claves de este plan son la rapidez y la exactitud. Como algo salga mal –hizo una pausa dubitativa-, seré el último líder de los dragones.

-Espero que sepas lo que haces –dijo Biya.

-Por ahora no te preocupes por eso, preocúpate de que les llega la información a nuestros espías. Pero no deben entrar en acción hasta veinticuatro horas después de mi señal. Primero tengo que ultimar unos asuntos. Tienes en este papel toda la información detallada de la misión, transmítesela.
***

Ca y Many aparcaron sus motos junto a un agujero en el suelo que daba paso a unas escaleras llenas de escombros. Les esperaban cuatro personas. Dos de ellas montaron en sus motos y bajaron por la escalera con ellas. Los otros dos se acercaron a saludarles.

-Os está esperando. Seguidme.

Siguieron escaleras abajo hasta llegar a una sala enorme y con varios metros entre el suelo y el techo. En el centro de la sala había dos vías paralelas por las que antiguamente viajaba el metro de la ciudad. Siguieron junto a las vías unos minutos por unos túneles oscuros llenos de gente que, en grupos, se calentaban en bidones de fuego, comían algo o, simplemente, estaban. Al fondo vieron lo que parecían los restos de uno de los trenes. Cuando llegaron junto a él, entraron por la primera puerta, que abrieron por medio de una palanca colocada en los engranajes. Se acercaron al conjunto de asientos que se encontraban en mejor estado. Eran dos asientos alargados, para dos personas cada uno, cubiertos de una tela roja aterciopelada. Many y Ca se sentaron y sus guías se marcharon.

-¿De verdad crees que nos van a ayudar? Cuando surgieron las bandas, ellos decidieron olvidarse de todo y recluirse en los subterráneos, olvidarse del exterior y sus problemas.

-Pero los topos controlan toda la parte inferior de la ciudad. Y aunque ellos no lo vean así, eso es una gran arma. Es un arma que necesitamos.

Los guías llegaron con una tercera persona. Ésta se sentó frente a Ca y Many. Hizo un gesto con la mano y los guías se retiraron.

-Así que pretendéis que os ayudemos… ¿Qué podrías ofrecernos para que hagamos eso?

-Mis condiciones son muy buenas, pero inamovibles. Primero, veinticuatro horas después de nuestra actuación podréis decidir si queréis seguir siendo nuestros aliados. Si así lo queréis, lo haremos público al instante y tomaremos a cualquier banda con la que tengáis altercados como si los hubieran tenido con nosotros mismos. Segundo, se os hará entrega de diferentes armas y municiones, entre ellas un cañón láser. Esta última no la tiene todavía ninguna banda, habría que obtenerla directamente del ejército. Por último, tanto los dragones como cualquier banda con la que pudiéramos aliarnos tendrán libre acceso a vuestros territorios igual que vosotros los tendréis a los de las otras bandas. ¿Te parece bien, Jeul?

-Te parecerá raro, pero llevo mucho tiempo esperando una ocasión como ésta. Yo no quiero quedarme aquí, retirado del mundo. Quiero pelear, pero no tenemos ningún potencial para ello. Y yo no podía marcharme de aquí. Mi abuelo fue líder una vez, también mi padre, y yo me había ganado su respeto. Estaba atado. Podéis entrar en los subterráneos.
***

Hacía veintitrés horas que Ca había dado la señal para comenzar la misión. Había treinta personas esperando en una pequeña sala. Ca se adelantó, hizo un gesto con la mano y todos, tranquilamente, salieron de la sala. Veinte de los presentes se armaron y montaron en sus respectivas motos. Ca tomó su chaqueta roja, una pistola pequeña que guardó en una bota, un cuchillo en la otra, una ametralladora y una catana. Luego montó en su moto rojo carmesí. Los otros diez presentes se repartieron entre los dos arácnidos que había. Los arácnidos eran unos vehículos provistos de cuatro patas independientes, dispuestas cada una de ellas con un sistema de amortiguación, con lo que podían meterse en sitios que para un coche serían intransitables. Los arácnidos habían sido pintados por los dragones para tapar las marcas del ejército, al que se los habían robado hacía unos meses.

Una vez todos estaban listos, salieron del cuartel. Se dirigieron a la entrada más cercana a los subterráneos, donde hacía tres días Many y Ca se habían reunido con Jeul. Siguieron los túneles durante unos veinte minutos. Una vez en las afueras de la ciudad, se detuvieron, donde ninguna de las bandas tenía ya influencia, ni tampoco vivía casi nadie. Esperaron unos minutos hasta que llegó un helicóptero negro con el símbolo del ejército. Aterrizó junto a ellos. Abrieron el compartimiento de carga y salieron cinco personas vestidas de militar. Ca los saludó y seguidamente indicó a dos de ellos que tomaran los arácnidos y los llevasen de vuelta al cuartel. Los demás subieron las motos y se acomodaron en el compartimento de carga. Una vez el helicóptero hubo despegado, uno de los tres espías que quedaban se acercó al compartimento y empezó a explicarles cómo funcionaban las diez plataformas que había allí.

-Estas plataformas han sido probadas y todas funcionan a la perfección. Están provistas de tres motores gravitacionales como los del TT-P, pero éstos son más estables y el peligro al utilizarlos es menor. Las plataformas soportan hasta tres personas cada una, pero una persona es suficiente para manejarlas. Para ello, debéis poner vuestra mano en esta pequeña pantalla. Con eso las pondréis en marcha. Luego, para mover la plataforma, sólo tenéis que utilizar la pantalla táctil así –hizo unos gestos con la mano.

-Bien, id subiendo dos motos en cada plataforma.

-¿Qué? ¿Pero qué quieres hacer? Así no volarán.

-No, lo imagino. Pero por lo menos sí descenderán poco a poco. Si saltásemos directamente con las motos, nos mataríamos –hizo una pequeña pausa-. Ya sabéis cuál es el plan. Dos motos y tres personas por plataforma. Aterrizaremos en el tejado. Una vez desmontadas las motos, los conductores de las plataformas volveréis al helicóptero en ellas y os marcharéis. Volved al punto de encuentro y usad las motos que hemos dejado para volver. Uno de los pilotos tendrá que llevar el helicóptero de vuelta a la base del ejército y estrellarlo. Todas las plataformas deben encontrarse en el interior. Y recordad llevaros el cañón láser –hizo otra pausa-. Los que nos quedamos aquí, cada uno tenemos nuestro papel. Xexa vendrá conmigo a matar a Rob. Aparte de él, no matéis a nadie si no es necesario. Recordad que la intención de esta misión es poder unirnos a ellos. Cuando terminéis vuestro cometido, marchaos a toda prisa y como podáis. No se esperará a nadie. Si en tres horas alguien no ha llegado al cuartel, se le dará por muerto. ¿Entendido? –todos asintieron.

Todo estaba listo cuando sobrevolaron el cuartel de los payasos. Abrieron la puerta del compartimento de carga y las plataformas despegaron. Pero un momento más tarde ya estaban cayendo. Aterrizaron todos en el tejado y las plataformas volvieron al helicóptero sin ningún problema.

Las veinte personas que quedaban montaron en sus motos y cada una tomó su dirección. Ca y Xexa enfilaron las escaleras que llevaban a la zona de habitaciones en la primera planta, donde se suponía que debía estar Rob. Pasaron velozmente por los pasillos de la residencia. Cuando llegaron a la puerta de Rob, Ca disparó con su ametralladora al pomo y luego la abrió de una patada, sin desmontar de su moto. Entraron en el cuarto donde estaba Rob en calzoncillos. Atascaron la puerta tumbando un armario.

-Déjamelo a mí, por favor.

-Adelante, todo tuyo.

Xexa se quitó el casco, se acercó a Rob, que estaba acurrucado en una esquina, y le dio un puñetazo.

-¿Sabes quién soy? Soy el hermano de Joa, la mano derecha de Alex. ¡Y tú lo mataste, cabrón!

-No era mi intención. Yo sólo quería matar a Alex.

-¿Te crees que eso es excusa? Eres una rata asquerosa que no ha dudado un momento en arrastrarse por la mierda para salvar su patética vida –le escupió en la cara.

En un descuido, Rob tomó el puñal que tenía Xexa en la bota y se lo clavó en el estómago. Xexa cayó de lado con la tripa ensangrentada, mientras gritaba.

-Pero esta asquerosa rata te ha dejado bien jodido –dijo mientras se levantaba-. Lo peor de la gente como tú es… –no pudo terminar la frase porque Ca le había reventado la cabeza a balazos.

Rob se desplomó antes de haberse levantado del todo. Ca se acercó a Xexa, quien ya no tenia casi fuerzas. Se estaba desangrando, y todavía viviría unas horas más, pero era imposible evitar su muerte.

-Me estoy muriendo… -dijo Xexa débilmente-. ¡Ayúdame!

-Lo siento Xexa, te he fallado.

-No Ca, le he visto morir. Has cumplido con tu promesa. ¡Gracias! –sus palabras iban perdiendo fuerza a medida que las decía.

Ca abrazo a Xexa, se separó y le disparó en el corazón. Descargó el resto del cargador contra la cristalera de la pared de enfrente. Se montó en su moto y saltó por la ventana. Al llegar al suelo, Ca perdió el equilibrio y cayó de la moto. Montó en ella y huyó del cuartel de los payasos. No tuvo demasiados problemas, pues la mayoría de la gente todavía no sabía lo que había pasado.
***

Tres horas después de que la misión en el cuartel de los payasos comenzara, diecisiete de las veinte personas habían vuelto. Xexa y otros dos habían muerto. También estaban los diez conductores y los cinco espías. Ca fue preguntando por su misión a cada uno de los supervivientes. Hizo un interrogatorio especial al piloto, a quien pidió que le diera todos los detalles.

-Después de dejar a todos en el punto de encuentro, me dirigí a la zona de los ochos. Primero disparé toda la munición del helicóptero contra sus bases, incluidos los dos torpedos Z300. Se dio la alarma, pero antes de que pudieran hacer nada contra mí, dirigí el helicóptero hacia el almacén de armamento, donde, por cierto, se habían reunido unos cuantos ochos. Tomé uno de los motores gravitacionales, como me dijiste, y salté del helicóptero. No creo que nadie pudiera verme, estaban muy entretenidos, la noche ha sido oscura y además eso estaba lleno de humo. Salí volando del distrito de los ochos. Luego metí el motor en mi mochila y me acerque al cuartel caminando. Lo tengo aquí mismo.

-Está bien. Manda instalar ese motor gravitacional en mi moto. Haced los cambios necesarios para que funcione.

Luego se acercó a uno de los motoristas que habían descendido con él. Era un motorista bajito y un poco regordete, sin pelo en la cabeza y de piel muy oscura.

-¿Te has reunido con el concilio de los payasos?

-Sí señor. Eran tres: dos mujeres y un hombre.

-Y, ¿qué opinan?

-Dicen que se reunirán contigo después de la notificación de la muerte de Rob. En el área neutra 86.

-Gracias. Podéis marcharos.