Ciudad del caos

“Neralo. Ciudad del caos” es la primera novela de una trilogía de fantasía y ciencia ficción que se va a ir creando en esta bitácora. Es una novela viva. Por lo tanto, aunque a grandes rasgos ya está escrita en mi cabeza, los comentarios y aportaciones de los lectores podrán ir modificando el transcurso de la historia. Subiré un nuevo capítulo cada sábado. Para leer la novela en su orden correcto, selecionar "Orden posts:Ascendente". Más en: www.neralo.info

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Lugar: Bilbao, Bizkaia, Spain

02 septiembre 2006

10. Segundo asalto

Ca estaba frente al puente con un cañón láser en una mano y un T.A.R.:C. (Terminal de Acceso Restringido: Comunicación) en la otra. Many aguardaba a su derecha y Elo a la izquierda. Estaba completamente concentrado en el edificio circular que había al terminar el puente, cuando se oyó una voz metálica.

-Águila-1 a Dragón. Águila-1 a Dragón. ¿Me captas?

-Te capto, Águila-1. ¿Cuál es la situación?

-El escuadrón guía llegará en unos dos minutos a tu posición. Parece ser que han sufrido bajas. Por lo que veo, diría que media docena.

-De acuerdo, Águila-1. Dragón a todo el personal. Recuento.

-Águila-1 a la escucha.

-Águila-2 a la escucha.

-Siempre contigo –dijo el jefe del escuadrón de ataque.

-Mecánicos listos.

-También nosotros.

-El escuadrón guía está al llegar. Repito. El escuadrón guía está al llegar. Todos a sus puestos. Atentos a mi señal.

Se hizo un silencio absoluto. No hubo movimiento alguno por ninguna de las personas que esperaban en la zona, por lo menos ninguno perceptible por el ojo humano. Se empezó a oír un zumbido al fondo. El zumbido fue poco a poco convirtiéndose en una estampida de motos. Pero nadie se movió. Las motos eran perseguidas por motos, coches y camiones militares. Los motoristas estaban claramente en desventaja, pero nadie acudió a socorrerlos. En su huida desesperada llegaron al puente. Después de haber alcanzado la mitad del puente, fueron rodeados por los motoristas militares y continuó la masacre. Entonces, Ca movió el brazo suave y despacio, pero con decisión, hasta acercar el T.A.R.:C. a su boca y apretó el botón que le daba la señal.

-Dinamita.

Segundos después de pronunciar esa palabra, el edificio circular que había al otro lado del puente explotó, impidiendo toda retirada. Aprovechando el desconcierto que la explosión había causado, Ca dio su siguiente señal.

-Puente.

Junto con su señal, un ruido mecánico empezó a sonar y un temblor recorrió el puente. Segundos más tarde, éste se partió por el centro y cada una de sus mitades empezó a levantarse. Antiguamente este mecanismo se usaba para permitir el paso a los barcos más grandes, pero gracias a los arreglos que habían realizado los mecánicos, el puente se abrió a mayor velocidad de la habitual, impidiendo reaccionar a los militares. Algunos cayeron a un lado del puente, otros al otro y los más desafortunados cayeron al agua. Ca dio la tercera señal mientras el puente todavía se abría.

-Granadas.

Un grupo de personas armadas con lanzagranadas salió de cada una de las dos entradas de un paso subterráneo próximo. Se colocaron en fila y, a la voz de fuego, dispararon todos al otro lado del puente. Las explosiones se sucedieron, así como llamaradas y columnas de humo de los vehículos reventados. Cuando el ataque hubo terminado, Ca dio otra instrucción.

-¡Al ataque!

Ca, Many, Elo y una docena de personas equipadas con cañones láser corrieron hasta el grupo de militares tirados en el suelo. Una vez junto a ellos, dispararon hasta haberlos matado a todos. No tuvieron resistencia, ya que muchos habían sufrido roturas y contusiones y no les dieron tiempo a prepararse para defenderse. En ese momento se oyó un zumbido que Ca reconoció al instante.

-¡Atrás! ¡Plataformas!

Todo el mundo, tanto las personas equipadas con cañones láser como los de los lanzagranadas y los supervivientes del escuadrón guía, corrieron a una hasta colocarse en posición de ataque a unos cincuenta metros del puente. Quince plataformas aparecieron por encima del puente elevado. Se tambaleaban peligrosamente y no alcanzaban la altura suficiente. La primera plataforma rozó el puente, perdió completamente el equilibrio y terminó estrellándose. Los demás, viendo lo ocurrido, bordearon el puente.

Aprovechando la poca movilidad que tenían las plataformas, lanzaron un ataque con el que consiguieron derribar a siete de ellas. De las siete restantes, cuatro dieron media vuelta. Un láser impactó en una de las que intentaban la huida y la derribó.

-Olvidaos de ésas. Impedid que aterricen las que vienen.

Todo el mundo obedeció y, en pocos segundos, las tres plataformas explotaron.

-¡Descarga! -chilló Ca.

Los lanzagranadas apuntaron al otro lado del puente y descargaron todas las granadas que les quedaban. El ataque no duró ni un minuto. Cuando hubo finalizado, el caos y la destrucción eran totales. Era poco probable que alguien hubiera sobrevivido al ataque. Pero tampoco importaba demasiado, ya que casi era mejor que los militares tuvieran información de primera mano de lo que había pasado.

-Bien hecho. ¿Alguna baja?

-No, ninguna –respondió Many después de hacer un recuento.

-Perfecto, volvemos a casa.

-Buen trabajo, Ca –dijo Elo.

-¿Lo ves? Te lo dije: sólo fue un lapso momentáneo. No pasa nada.
***

Ca estaba en su despacho cuando llegó Zeu.

-Muy buena estrategia, Zeu. Hemos arrasado. Ni una baja en nuestro bando.

-Sí, sí. Ya, ya. Pero ahora tenemos asuntos más importantes que las alabanzas. Tú no eres el único que tiene espías entre los ochos.

-Bueno, la verdad es que ya no los tengo. Los han localizado a todos en un solo día. Y eso que algunos llevaban años en el ejército. La verdad, no me lo explico.

-Sí, los nuestros también están cayendo. A los pocos que nos quedan les hemos recomendado que se vayan. Pero, todavía nos quedan dos informadores. Lo que nos han dicho es muy preocupante –en ese momento Ca empezó a prestar verdadera atención a sus palabras-. Al parecer se han aliado con algún ricachón que está uniendo los ejércitos de varias ciudades.

-Sí, algo de eso habíamos oído.

-Pero eso no es todo. También tienen comunicaciones con otras ciudades y pueden pedirles ayuda y tener información de otros sitios. Si no, ¿de qué iban a tener tanta fuerza los ochos?

-Pues si ellos tienen comunicaciones, nosotros también podremos tenerlas. Voy a poner a los técnicos a ello –Ca hizo un amago de marcharse, pero Zeu lo detuvo.

-Sí, es una buena idea, pero ahí no acaba la cosa. Sabemos qué están haciendo con nuestra gente, con todos los presos que han tomado. Los utilizan para experimentos con personas. No sé de que clase, pero conociéndolos, seguro que los torturan y maltratan.

-¡Mierda! Eso no es bueno, nada bueno. Seguro que prueban nuevas armas. Hay que averiguar qué pretenden. No podemos pelear a ciegas con ellos. Esto es más urgente de lo que creía. Si no hacemos algo pronto, nos van a superar –Ca se estremeció e intentó marcharse, pero una duda lo asaltó-. ¿No quedará nada más? –tras la negativa de Zeu, Ca continuó-. Menos mal. Voy a poner a todo el mundo a trabajar ahora mismo. Dile a Elo que quiero hablar con él lo antes posible. A solas. Y que nadie se entere de que nos reunimos –Ca hizo otro amago de irse, pero se volvió y continuó hablando-. Ah, gracias por la información. Si tenemos suerte, puede que nos salve la vida –finalmente se marchó de su despacho, dejando en él a Zeu.