Ciudad del caos

“Neralo. Ciudad del caos” es la primera novela de una trilogía de fantasía y ciencia ficción que se va a ir creando en esta bitácora. Es una novela viva. Por lo tanto, aunque a grandes rasgos ya está escrita en mi cabeza, los comentarios y aportaciones de los lectores podrán ir modificando el transcurso de la historia. Subiré un nuevo capítulo cada sábado. Para leer la novela en su orden correcto, selecionar "Orden posts:Ascendente". Más en: www.neralo.info

Mi foto
Nombre:
Lugar: Bilbao, Bizkaia, Spain

21 octubre 2006

17. Siéteson

Los líderes de las siete bandas estaban en la sala de reuniones de los payasos. Ca observó uno a uno a todos los presentes y luego se levantó para hablar.

-Bueno… La mayoría de nosotros ya tenemos nuestros acuerdos. Pero todavía faltan dos… Creo que Elo os ha informado de todo lo que tenéis que saber. Pero, por si acaso... ¿Os ha hablado de la red?

-Sí.

-¿Y de la antena?

-También.

-¿Qué habéis decidido?

-Vamos a construirla. Nadie se ha opuesto y hemos dado por supuesto que tú dirías que sí.

-Polo ya está en ello y Oriol está informado.

-Gracias, Elo. ¿Estáis informados de los planes de los ochos?

-También… -dijo Jarro cansinamente.

-¿Y lo de…?

-¡Que sí! Vamos a lo que importa.

-Está bien. Tenemos el plan de Oriol. Puede ser una buena solución, pero todos sabemos que no vamos a durar más de un mes. Dos como mucho.

-Huyamos entonces.

-No, Beda, no. Ésa no es la idea.

-¿Y por qué no ha de serla?

-Porque tengo un plan.

-¿Y quién te ha dado derecho?

-¿Qué?

-Tú no eres mi líder, no esperes que te haga caso. No sé por qué, o con el derecho de quién te has autoproclamado líder, pero no cuentes con mi apoyo.

-A lo mejor, si tuvieras alguna idea, tú también llegarías a líder –dijo Elo.

-Líder de las ratas, como mucho –añadió Jeul.

-Tranquilos, tranquilos. Tiene razón. Prometí unas elecciones justas.

- Elecciones justas, ¿para qué? –preguntó Elo-. Es mucho más simple. ¿Quién quiere que Ca sea nuestro líder? –Elo, Jeul, Sombra y Eón levantaron sus manos-. ¿Lo ves? Somos cuatro. Tienes mayoría absoluta.

-A mí eso no me vale. ¿Qué es eso de levantar la mano? Hay que hacer unas elecciones justas. Cada candidato preparará su discurso. Mañana los presentaremos y pasado se harán las votaciones. Y no vale eso de la mano alzada. Se harán por medio de los T.A.L.

-Me parece justo.

-¿Justo? ¡Es una pérdida de tiempo! No tiene ningún sentido.

-No pasa nada, Jeul. Dentro de dos días seguiremos esta reunión donde la hemos dejado. Mañana, a la misma hora, aquí para los discursos.
***

-¿Cómo ha ido?

-Mal, Many, mal.

-¿Qué ha pasado?

-Que tenemos que hacer unas elecciones “justas”. Mañana, soltar el rollo, hacer las votaciones un día más tarde y por medio del T.A.R. Pero, ¿en qué cabeza cabe eso?

-No te preocupes, vas a ganar tú.

-No, eso ya lo sé. Lo que me preocupa es el tiempo. Pero, ¿qué le vamos a hacer? Los necesito más de lo que se imaginan. No pienso rendirme a esos putos ochos y no voy a dejar que me sigan jodiendo. Es la única salida: morir o ganar. Prométeme una cosa.

-¿Sí?

-Si todo sale mal, ¡huye! Huye lejos de aquí y vive tranquila, vivid tranquilas Ila y tú.

-Pero… Ca…

-¡No! Si todo está perdido, no sigas luchando.

-¿Y tú?

Ca agachó la cabeza, se dio media vuelta y se marchó sin decir nada. Llevaba unos días haciéndose a la idea de que moriría joven, pronto, en una batalla contra los ochos. Pero no podía decírselo a nadie.
***

Volvían a estar todos los líderes reunidos. Jarro y Beda parecían nerviosos por las elecciones; los demás, molestos por la pérdida de tiempo. Parecía obvio quién saldría vencedor, pero Jarro y Beda no querían admitirlo y pretendían ganar con el discurso.

-¿Queréis empezar? –preguntó Ca.

-Me parece una buena idea. La verdad es que sólo yo me presento para las elecciones. Beda es mi ayudante y mano derecha. De vosotros se presentan…

-Sólo yo.

-Bien, Ca. O tú o yo.

-O tú o tú –susurró Elo al oído de Ca.

-Empieza cuando quieras. ¿Necesitas que te presente a los asistentes?

-No, gracias –dijo Jarro molesto-. Parece que lo hayáis olvidado, pero ése de ahí es el culpable de todo lo que está pasando. Nosotros no nos metíamos con los ochos y ellos nos dejaban en paz. Pero llegó el “salvador” y decidió que iba a atacar al ejército. No nos consultó y, ahora, mirad la situación en la que estamos. Y, aun así, pretende liderarnos, y seguir empeorando la situación. Ahora ya no hay casi ninguna salida. Podemos huir, morir o establecer un acuerdo de paz con el ejército. Mi idea es esa: estableceremos un pacto con el ejército y todo volverá a ser como antes –se hizo una pausa; al ver que nadie decía nada, siguió hablando-. Ése es mi plan y espero que seáis sensatos y me votéis.

-Lo dicho: o tú o tú –volvió a susurrar Elo al oído de Ca.

Jarro se sentó. Todos esperaban que Ca se levantara, pero éste únicamente se acomodó más en su silla.

-Pues yo no he preparado ningún discurso, la verdad. Tenía cosas mejores que hacer. Sí, yo ataqué primero al ejército, pero, ¿no es verdad que todos estábamos hasta los huevos de la situación? Necesitabais un empujón y yo os lo di. No me arrepiento y, si pudiera, volvería a hacerlo. También es verdad que las cosas no han salido como esperaba. Pero estoy haciendo todo lo posible por mejorar nuestra situación. Si queréis, seguiré haciéndolo. Si no, ya sabéis lo que tenéis que hacer: huir. Porque lo del pacto con los ochos no es ninguna solución.

Durante unos minutos no habló nadie. Finalmente, Ca volvió a tomar la palabra.

-Creo que ya está, ¿no? Podemos irnos a meditar y esas cosas. Mañana votaremos.
***

Los siete líderes volvieron a reunirse un día más tarde en la misma sala. Cada uno tenía un T.A.L. portátil frente a él para hacer las votaciones. Tras unos minutos de silencio, una voz metálica salió del T.A.R. que había en medio de la sala.

-Votaciones finalizadas. Seis votos escrutados. Jarro, dos votos a favor. Ca, cuatro votos a favor. Ganador: Ca.

-Bueno, ya está. ¿Contentos?

-No. Sólo había seis votos. ¿Qué pasa con el séptimo? ¿Quién no ha votado?

-Déjalo ya, Beda. Ca tiene cuatro votos y vosotros sólo dos. Además, estamos en el derecho de no votar –Beda parecía dispuesto a replicar, pero no se le ocurrían más argumentos, así que no dijo nada.

-Bueno, ya eres, oficialmente, líder de los siete.

-He traído esto. Podría ser interesante –todos miraron extrañados a Sombra, quien sostenía un papel viejo y roto en su mano-. Es un pequeño secreto. Desde la separación de las siete bandas se han hecho pactos entre ellas y también se han roto. Pero hay uno no muy conocido. Yo mismo desconocía su existencia y eso que suelo saber todo lo que pasa en esta ciudad. Resulta que, hace muchos años, hubo un pacto medio secreto entre las siete bandas. Preparaban un ataque contra el ejército. Se mantuvo en secreto para evitar filtraciones.

-Bonita historia, ¿qué tal si nos la cuentas otro día? –dijo Beda.

-La misión resultó ser un fracaso y, por ello, se mantuvo en secreto. Aquella vez también se votó un líder de las siete bandas. Le dieron un título a esa persona: Elana Siéteson, Señora de los siete. Pero Elana murió en el ataque al ejército y el documento quedó perdido hasta que una de mis mejores ladronas lo encontró. Al dorso hay unas inscripciones de la misma Elana poco antes de morir –Sombra mostró el dorso del papel-, en las que comenta sus planes y por qué fracasaron. Creo que podrían sernos útiles, para no cometer sus mismos fallos.

-Y, ¿cómo es que no nos lo enseñaste antes?

-Porque no planeábamos un ataque masivo contra el ejército. Lo siento, Ca.

-No pasa nada. Luego, cuando hagamos el plan de batalla, llévalo contigo. Puede sernos útil.

-De todas formas… -dijo Sombra tímidamente-. Creo que podría estar bien que lo volviéramos a firmar, dándole a Ca el mismo título que a Elana: Ca Siéteson, Señor de los siete. ¿Qué os parece la idea?

-A mí bien –dijo Elo.

-Por mí, de acuerdo –añadió Jeul.

-Si no hay más remedio… –dijo Jarro.

-Ningún problema –opinó Eón.

-Se me hace raro eso de Ca Siéteson, Señor de los siete. Pero bueno, si me seguís llamando Ca a secas...

-Siéteson… demasiado título para una sola persona. Espero que se te atragante.

-Gracias, Beda.

Sombra añadió un párrafo después del documento original, en el que decía que ese título le era entregado a Ca. Luego, los siete líderes firmaron. Cada uno se fue marchando de la sala hasta quedar solos Ca y Elo.

-Disculpe, Señor de los siete, ¿podría usted deleitarme con su presencia hoy a la hora de la cena?

-Graciosillo… Sólo si me invitas a cerveza.

-Claro, tráete a Many y algunas personas más. Vamos a festejar la unión de las siete bandas…, Señor de los siete… Por cierto –Elo hizo una pausa-, ¿por qué no has votado?

-En realidad no sabes si he votado o no. Sólo estás lanzando la pregunta para ver si aciertas.

-Ya, pero, ¿por qué no has votado?

-Desde luego, no pretendía votar a Jeul. No es mal tipo, pero ese idiota de Beda le tiene sorbidos los sesos.

-Nadie esperaba que le votases. Eso habría sido todavía más raro. A lo mejor me he explicado mal. ¿Por qué no te has votado?

-Porque no me parecía justo. No puedo ser nada objetivo respecto a lo bueno o malo que es mi criterio.

-Habló el gran Siéteson, Señor de los siete. Tus palabras rebosan sabiduría, gran maestre.

Ca le respondió tirándole un bolígrafo a la cabeza. Luego, ellos también salieron de la sala.